¿Pueden los ‘kei cars’ salvar la industria automovilística europea?
John Elkann, presidente de Stellantis, quiere promocionar estos coches en Europa, siguiendo el modelo japonés.
Foto: Honda
Por: Massimo Grassi
Traducido por: Fernando Moreno
18 jun a las 20:00
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¿Conoces los ‘kei cars’? Son coches de dimensiones reducidas, producidos y comercializados en Japón, donde históricamente continúan teniendo éxito comercial. Pequeños y adecuados para la ciudad, con precios contenidos, que en Europa (por razones que explicaremos a continuación) no se venden.
Sin embargo, según John Elkann, presidente de Stellantis, el Viejo Continente los necesita urgentemente para revitalizar el mercado automotriz.
Lo pequeño es mejor
“Europa debería definitivamente tener ‘E-Cars’. Si Japón tiene los ‘kei cars’, que captan el 40% del mercado, no hay razón para que Europa renuncie a ellos”
Eso comentó Elkann en el Congreso de Automotive News Europe, que se llevó a cabo en Turín (Italia). El directivo volvió a insistir sobre su parecer en este tema, reiterando lo que ya había mencionado semanas atrás en una conversación con Luca de Meo, director del Grupo Renault.
“Es importante que la Unión Europea y los principales países fabricantes de automóviles, como Italia, Alemania, Francia y España, sean realmente conscientes de cómo pueden usar la regulación de manera inteligente y de cómo podrían crear una nueva categoría de vehículos, los ‘E-Cars’, que también beneficiarían al medio ambiente”
‘Kei cars’, ¿qué son?
El término ‘kei car’ se refiere a una categoría de autos producidos en Japón que deben cumplir ciertas reglas, en cuanto a dimensiones y a potencia. En concreto, no deben superar los 3,4 metros de largo y los 1,48 de ancho, y el límite de potencia es de 64 CV, con una cilindrada máxima de 660 cm3.
Coches para la ciudad, por lo tanto, perfectos para ahorrar espacio transportando cómodamente hasta cuatro ocupantes. Desde luego, tendrían sentido en muchas urbes españolas y no sólo en las más grandes, por cierto.
En Japón representan el 40% de las matriculaciones, que en 2024 fueron aproximadamente 4,4 millones. Eso significa 1,76 millones de ‘kei cars’ vendidos. Más allá de las dimensiones tan compactas, ¿por qué tienen tanto éxito?
El motivo es fiscal: el gobierno japonés aplica descuentos a quienes compran un ‘kei car’, tanto en lo que respecta al ‘registration tax’ (impuesto a pagar al comprar un coche) como al equivalente de nuestro impuesto de circulación.
¿Por qué los ‘kei cars’ no llegan a Europa?
La ecuación sería muy acertada: coches pequeños, con diferentes tipos de motorizaciones (gasolina, híbrida o eléctrica) y a precios ajustados. ¿Qué impide entonces a los fabricantes japoneses (el top 3 de ventas en su país está ocupado por Daihatsu, Suzuki y Honda) exportar los ‘kei cars’ a Europa?
Respuesta: la homologación en Japón es diferente a la de Europa y el proceso de transformación de los vehículos costaría demasiado, lo que elevaría los precios.
Solución: ‘kei cars’ a la europea
“Los ‘E-Cars’ pueden ser económicos y verdaderamente accesibles y fabricarse en Europa. Porque a fin de cuentas, si podemos tener la regulación adecuada, no sólo se pueden construir aquí, sino también comprar”
Las palabras de Elkann subrayan así la necesidad de crear una cadena de suministro que permita a los fabricantes europeos construir sus propios ‘kei cars’, apostando naturalmente por lo eléctrico. También porque, tratándose de coches específicos para la ciudad, no habría necesidad de instalar baterías particularmente grandes, salvaguardando así el precio final.
¿Hemos encontrado entonces la gallina de los huevos de oro? Más o menos. Porque las dimensiones importan y no basta con un precio particularmente bajo para convencer a los automovilistas. Además, se necesitaría una legislación que favoreciera su difusión pero, con los tiempos de la Unión Europea, quién sabe cuánto tardaría.
De todos los modos, las ventajas serían numerosas: se podrían reconvertir fábricas en desuso o con líneas de producción a medio servicio, creando empleos y revitalizando una cadena de suministro que lleva tiempo sufriendo. También ayudarían a las marcas a cumplir con las normas relativas a las emisiones de CO2.
Los ‘kei cars’ europeos no salvarían por completo la industria automotriz del Viejo Continente, pero sí la ayudarían a salir del estancamiento en el que se encuentra. La condición necesaria sería crear un acuerdo entre fabricantes y políticos. ¿Lo lograremos?